
Es curioso que dos seres, no solamente de un país distinto, ni tan siquiera un continente, o una raza, y menos de un planeta, puedan llegar a ser amigos.
Lo verdaderamente importante es la cultura, y por cultura no me refiero a religiones o morales distintas, me refiero a CULTURA con mayúsculas. La cultura que da el saber respetarse y cumplir algo muy sencillo, una cosa tan simple que solo basta una frase: NO HAGAS MAL NINGUNO. La cultura no son las normas ancestrales de un pueblo, es más que eso, es el ser incapaces de causar dolor sea persona, animal o cosa. Es el no pensar, ni por un momento, en matar a un animal por deporte y menos por diversión. Es respetarnos entre nosotros cómo primera norma y la siguiente es, sin duda, el ayudarnos.
Este vínculo es el que establecimos el ser y yo. Un respeta entre nosotros al principio, y más tarde, cuando pasamos al siguiente nivel, hacia la cultura de un mundo. En este punto lamento profundamente el haberle ocultado muchas cosas que, estoy seguro, no las hubiera entendido. No le hablé de las guerras, ni de que estábamos destruyendo nuestro planeta, ni de que podemos ser tan estúpidos cómo para pelearnos por ser fanáticos de un equipo, de unos colores o por llamar a Dios de una manera u otra. Era demasiado vergonzoso.
Una noche me preguntó el porqué yo me desplazaba con un aparato si el veía que, en las películas que le mostré, la gente andaba con dos piernas.
Entonces le expliqué que había tenido un accidente, y que el desplazamiento de una vertebra me hacía muy difícil el andar. Podía operarse, pero sería una operación complicada y que, dada mi avanzada edad, los médicos no aconsejaban la operación. Pareció meditar largo rato lo que le decía, después me pidió permiso para pasarme otro de los aparatos que llevaba pegado al traje. Por supuesto la confianza en él era ya absoluta y le di permiso.
Debido a que los elementos de la tabla periódica en todas las partes del universo, e inclusive en realidades distintas, son los mismos, un día estuvimos comparando los signos que nosotros dábamos a cada uno de ellos, también el peso atómico, etc... Inmediatamente después de pasarme el aparato, en la pantalla salió lo que yo ya conocía, que nuestra base es el carbono y que prácticamente estamos compuestos de agua. Luego vimos una imagen en tres dimensiones en la que se veía perfectamente mi columna vertebral, estuvo manipulando (es importante hacer constar que la manipulación no la hacía con los dedos, se ponía una especie de emisor en la cabeza que pasaba órdenes al aparato) los controles, y la imagen se fue ampliando hasta mostrar perfectamente el lugar de mi columna que estaba dañado. Me hizo la señal de que debía de partir, y me indicó que al día siguiente nos veríamos.
Y ese día me dio una alegría inmensa. Me comunicó que habían estudiado nuestra fisiología y que era muy sencillo, y sin ningún peligro, el corregir mi estructura. Solo tenía que confiar en él y, al día siguiente, traería un pequeño dispositivo que, por medio de unas radiaciones desconocidas por nosotros y más parecidas a los imanes que a un micro-ondas, podría, en pocos minutos, desplazar mis vertebras sin peligro. No había que cortar, perforar o manipular en el cuerpo, solamente estar tranquilo tumbado en la mesa, primero desconectaría mí sentido del dolor, colocaría el aparato cerca de mis vértebras, y las radiaciones las pondrían en su lugar y volvería a conectar los sensores de mi cuerpo. A la vez, me indicó que habían comprobado nuestra estructura, sabían cual es nuestro proceso de envejecimiento, y el mismo aparato haría una especie de limpieza que, no prolongaría mi vida eternamente (ellos tampoco la tienen), pero si que podría vivir, sin dolores, quince o veinte años terrestres más.
Por supuesto accedí, pero consideré muy importante poder hablar con las dos personas en las que más confío: mi amigo Lorenzo y mi sobrino.
Podía haberles dado una sorpresa, pero hay que tener en cuenta que yo soy una persona muy conocida en los medios científicos. Mi dolencia la conocen muchos médicos, no es algo que pudiera pasar desapercibido en los medios. Tenía que inventar algo y, cómo mínimo, las personas de mi confianza habían de estar al corriente. Seguramente podría decir que me habían operado en algún país asiático, después de permanecer recluido en mi laboratorio unos cuantos días. Esto era verosímil porque nadie está al corriente de los avances de la medicina en algunos de ellos, y menos se conocen a los cirujanos.