El ser

Apagué la emisión, paré el ordenador, saqué el pendrive, y se lo alargué al inspector.

A una señal que hizo por la ventana entraron los policías y el sobrino.

- ¡Lorenzo, Lorenzo! ¿Lo has aclarado? ¿Les has dicho que es verdad que vino una alienígena?

-No se de que me hablas -le dije mirándolo con un profundo desprecio- has confundido la novela que quería escribir tu tío con la realidad.

Me fui mientras escuchaba los alaridos del sobrino gritando ¡Mentiroso, mentiroso, fue el alienígena, fue el monstruo, fue el extraterrestre!

Entré en el coche mientras pensaba que, efectivamente, a su tío lo había matado un monstruo de otro mundo, un ser humano no podría proceder como yo había visto.


Epílogo.

Después de mucho meditar he llegado a la conclusión de que, al perforar las postas el traje de aquel ser y tener contacto su cuerpo con el oxígeno terrestre, que es uno de los mayores corrosivos, su cuerpo se descompuso y quedó transformado en aquel polvo fino que cubría su traje.

Cuando terminaron de comprobar todas las pistas y tomaron las fotografías, la casa fue sellada hasta ver quien podrían ser los herederos legítimos. La sorpresa fue mía al enterarme que, según disposición de mi amigo, caso de no ser su sobrino por serle imputado en casos delictivos, yo era el heredero.

Al cabo de unos meses me atreví a entrar en la casa. Me dirigí al sótano, donde está el laboratorio, y me senté en la silla de ruedas. Todavía están los aparatos que trajo el ser y las ropas en el suelo. Podría pulsar el aparato mágico y ver que pasaba pero...

Si vienen, ¿Qué les voy a decir? ¿Qué somos depredadores? ¿Qué no tenemos derecho a gozar de este mundo maravilloso? ¿Qué se nos manipula con extrema facilidad? ¿Qué somos sucios, asesinos y cobardes?

No soy capaz de pasar tanta vergüenza. Voy a comprar una caja fuerte, meteré todo en ella y tiraré la combinación.