Comunidad Valenciana: Sociedad.

Tradicional de Valencia

La barraca

La Barraca Valenciana es, junto con la paella, lo mas representativo de nuestra comunidad.

Desde la huerta de Alboraya a la Albufera, las pocas "barraquetes" que nos quedan, intentan sobrevivir a este enorme afán especulativo en que todo es valido por un puñado de €uros. Vergüenza.

Las últimas barracas

Una puerta principal y detrás otra que daría al corral, aparte de las ventanas que se pudieran hacer, terminaría la planta baja en la barraca.

Con una escalera de madera se sube a la "l'andana" que sirve de trastero y de secadero para algunas cosechas.

No conocemos si existe alguna organización para salvar la Barraca Valenciana, si la hay nos gustaría anunciarla y si no la hay, animamos a crearla y nosotros, desde luego, la promocionaríamos en la medida de nuestras posibilidades.

Agradeceríamos cualquier aportación, en información o fotografías, que nos permitieran ir ampliando el conocimiento de algo tan valenciano como nuestras barracas. Gracias.

Las siguientes fotografías han sido enviadas por nuestros lectores. Gracias.

La barraca de la huerta responde a un tipo muy definido, que apenas ha sufrido variación con el paso del tiempo. Es de planta rectangular, de unos 9 x 5,50 m, y cubierta a dos aguas con caballete perpendicular a la fachada —casi siempre orientada al mediodía—, que está en uno de los lados menores. La distribución es siempre parecida: una puerta, situada a un lado de la fachada, da acceso a un amplio paso, que recorre toda la longitud de la barraca y termina con otra puerta en la fachada opuesta, para facilitar la circulación de aire. Este corredor sirve de cocina, estancia y almacén de aperos. En la otra crujía se distribuyen los dormitorios, generalmente tres. Al desván o andana, que antiguamente se destinaba a la cría de gusanos de seda, se sube por una escalera de mano.

La construcción se efectúa del modo siguiente: la zanja para los cimientos, de 40 cm de anchura, se rellena con adobes y, si se tienen a mano, con cascotes. Las paredes, de unos 2,50 m de altura, se hacen con adobes, llamados gasons, que se colocan en asta entera o en media asta, según la economía que se persiga. Estas paredes se coronan con un tablón de plano (cadorsa), al que se clavan los pares de la cubierta de parhilera, separados de 1 a 2 m. Los tirantes se empalman sobre el tabique central. Sobre los pares (costelles) se clavan los cañizos que forman el faldón, a los que se sujetan—desde el alero hasta la cumbrera—los haces de paja o de juncos con que se teje la cubierta (polsera). Sobre los tirantes se disponen unos cañizos para formar el cielo raso horizontal, suelo de la andana, sobre el que se circula mediante unos pasos de tablas (costers).

En su fachada principal se encontraba la puerta de acceso y una ventana, cada una de ellas a un lado. En la parte superior podía existir un ventanuco para ventilación de la planta superior. En lo alto del tejado, a los frentes, se colocaban cruces de madera.

Las paredes se construyen de adobe, rematado con tablas de madera, donde se clavaban las costillas para sujetar el tejado. A estas costillas se le unían grupos de cañizo o juncos.

Posteriormente se cubría con paja trenzada.

La zona alta del tejado solía recubrirse con paja o cañas junto con barro.

El interior estaba dividido por un muro perpendicular a su fachada principal.

Al atravesar la entrada nos encontrábamos con un largo pasillo, de una anchura aproximada de algo menos de la mitad de su fachada, que daba a otra puerta trasera. En esta zona se encontraba tanto la cocina como una zona de almacenaje de aperos de labranza o de pesca, según el trabajo de sus propietarios. En la otra mitad de la planta se podían encontrar las habitaciones (dos o tres) y una zona de comedor, y tal vez alguna alacena.

La altura de la planta inferior ronda los 2 ó 2,5 metros. La zona superior se utilizaba como almacén o “andana”, y se tenia acceso a ella por medio de una escalera de mano.

En el exterior de cada barraca, solía encontrarse un pozo, con su polea y cuerda. En muchas ocasiones tenían una especie de porche que se cubría con un emparrado.

También en ocasiones, un típico horno circular de leña y una pequeña cocina techada, o paellero, habitual en la actualidad incluso en chalets o casas de campo.

En las barracas de la huerta, también era habitual encontrarse con las construcciones típicas de almacenaje, las “seberes” (algo así como “cebolleras”), pequeñas barracas con paredes de listones y tejado de tejas o cañizo, en las que se almacenaban y secaban cebollas…

Sobre las barracas...

El nano de En Llop: La barraqueta Vte. Blasco Ibañez Las barracas

Párrafo del "Al lector" al publicar Vicente Blasco Ibáñez su novela "La barraca".

Una mañana, los diarios de Madrid anunciaron en sus telegramas de París que se había publicado la traducción de La barraca, novela del diputado republicano Blasco Ibáñez, con un éxito editorial enorme, y los primeros críticos de Francia hablaban de ella con elogio.

Párrafo de "La barraca" de Vicente Blasco Ibáñez".

Despertaba la huerta, y sus bostezos eran cada vez más ruidosos. Rodaba el canto del gallo de barraca en barraca. Los campanarios de los pueblecitos devolvían con ruidoso badajeo el toque de misa primera que sonaba a lo lejos, en las torres de Valencia, esfumadas por la distancia. De los corrales salía un discordante concierto animal: relinchos de caballos, Mugidos de corderos, ronquidos de cerdos; un despertar ruidoso de bestias que, al sentir la fresca caricia del alba cargada del acre perfume de vegetación, deseaban correr por los campos.

En el centro de estos campos desolados que se destacaban sobre la hermosa vega como una mancha de mugre en un manto regio de terciopelo verde, alzábase la barraca o, más bien dicho, caía, con su montera de paja despanzurrada, enseñando por las aberturas que agujerearon el viento y la lluvia su carcomido costillaje de madera.

El nano de En Llop

Fotografía de un chalet de La Cañada en la que se ve, la Lonja, dos barracas y el Miguelete. Entre las barracas una figura del "Nano del carrer En llop" que recomendamos leer esta anecdota, muy divertida.

Oleo: Conrado Meseguer Muñoz

El primer libro impreso

El primer libro impreso de España fué en Valenciano; Se trata de "Les trobes en lahors de la Verge Maria" (Las trobas en honor de la Virgen María).

Es el primer incunable ibérico. Publicado en Valencia en el año 1474 y escrito en Lengua Valenciana, en la primera imprenta de España por el maestro impresor Lamberto Palmart, ubicada junto al Portal de la Valldigna.

Es una obra poética colectiva que cuenta con la participación de numerosos autores, como Joan Roiç de Corella, Bernat Fenollar, Francesc de Castellví, Lluís Alcanyís, Narcís Vinyoles, Miquel Péreç o Jaume Roig entre otros muchos ilustres autores.

La primera fábrica de papel.

Hacia el año 1150 la industria papelera de Játiva producía un papel tan exquisito que exportaba a todo el mundo.

En 1154, el geógrafo árabe Al-Idrîsî declaró sobre Játiva: Se fabrica en ella un papel del que no se encuentra parangón en el mundo y que se conoce en Oriente y Occidente.

Curiosamente, la exportación de papel desde Játiva al extranjero influyó en el nombre que ha tomado este material en otras lenguas, y tal vez por ello en inglés se escribe igual que en Valenciano, Paper.

El primer molino papelero europeo data de 1056. Estaba en las afueras de la próspera y culta ciudad de Játiva, rica en agua y lino, y su dueño era Abú Masaifa.

Junto a la vieja acequia, construye una fábrica de papel con más de 20 operarios. Era el primero producido en Europa.

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