La caza

Liebre con rovellones
Ingredientes:
  • - 1 liebre - 1/2 kilo de rovellones.
  • - 200 gramos de tocino fresco.
  • - 1 cebolla.
  • - 3 dientes de ajo.
  • - 1 ramita de romero.
  • - 1 ramita de tomillo.
  • - 1 manojillo de perejil.
  • - 2 copas de buen brandy.
  • - Aceite de oliva.
  • - Pimienta.
  • - Sal.
Preparación:
  1. Primero, troceamos la liebre, la salpimentamos, y la ponemos a macerar durante 4 horas en un recipiente con el tomillo, el romero y regada con el brandy.
  2. Limpiamos los rovellones en abundante agua y los troceamos si son grandes.
  3. Picamos el tomate, la cebolla, los ajos y el perejil, y lo reservamos.
  4. Cuando la liebre esté macerada, se pone al fuego una cazuela de barro con aceite de oliva y se sofríe la carne a fuego lento hasta empezar a dorarla, y añadimos el tocino y rectificamos de sal.
  5. Mantenemos cociendo a fuego lento removiendo para que no se pegue hasta que el tocino adquiera color, y añadimos las verduras picadas, añadiendo a la cocción el brandy del macerado, o un poco nuevo si no queda.
  6. Añadimos los rovellones y mantenemos la cocción a fuego lento, removiendo de cuando en cuando, hasta que estén listos, dorados y en su punto.
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El mercado de la "escuraeta"

Este mercado cuya antigüedad se remonta a los tiempos de cristianización de la ciudad (siglos XIIII-XIV) era el lugar donde los aprendices del oficio de alfareros exponían sus cacharros para demostrar su habilidad y destreza y así ser admitidos en el Gremio alfarero.

Es un mercado cuyo principal producto de venta es material de loza, cerámica y barro cocido para el hogar.

Desde los pueblos de los alrededores de la ciudad venían al mercado a la compra de este tipo de artículos.

Uno de los productos más tradicionales es la conocida como Campanita de la Virgen, consistente en una pequeña campana de barro cocido, con el yugo pintado de rojo.

A los pies del Miguelete y a la entrada de la Catedral, es el lugar privilegiado para visitar este pequeño mercado y disfrutar del entorno en cualquiera de sus múltiples establecimientos hosteleros.

...y siempre hay algún gracioso que, aunque esté cerrado, le gusta provocar una sonrisa en los paseantes.