• 280 gramos de harina de panadero sin blanquear,
• 4 gramos de levadura fresca,
• 5 gramos de sal
•  180 gramos de agua (aproximadamente).

1. Disuelve la levadura en el agua que estará a temperatura ambiente.
2. Mezcla en un cuenco grande la harina con la sal y haz un volcán, vierte en el centro el agua con la levadura y empieza a mezclar con movimientos circulares hasta que todos los ingredientes se integren.
3. Debe quedar una masa firme y ligeramente pegajosa y siempre es mejor quedarse corto de harina que de agua, es mucho más fácil de rectificar.
4. Así que obteniendo una masa muy pegajosa puedes rectificar de harina.
5. Enharina la superficie de trabajo y amasa la preparación durante seis minutos aproximadamente, debes lograr una masa suave y maleable, menos pegajosa que anteriormente, sólo ligeramente adherente.
6. Haz una bola con la masa y engrasa un cuenco con aceite de oliva, impregna la masa y déjala fermentar a temperatura ambiente durante una hora o hasta que su volumen aumente algo más del doble.
7. Pasado este tiempo, vuelve a amasar para retirar el aire y vuelve a colocar la masa en el cuenco.
8. Cúbrelo con film transparente y reserva en el frigorífico toda la noche.
9. Al día siguiente tendrás una masa fermentada con la que podrás hacer un pan increíblemente delicioso.