Perdonarme que empiece esta pequeña historia de mis andanzas a una temprana edad en la que estaba terminando mis estudios de periodismo, pero creo que es una muestra de lo que luego sería mi vida en la que las cosas más extrañas han pasado y siempre parece que llevo a un ángel de la guarda con ganas de juerga a mi lado.
Abro con cuidado la ventana. Está oscuro. A la luz de la luna veo que Rosa me espera en la cama. La insinuación no puede ser más clara. ¡Pues me desnudo y me meto rápidamente!
Y lo hago.
Parece que está dormida... ¡Rosa, Rosa, soy yo, despierta! -le digo en un susurro.
Ya despierta.
-¡AAAAAAAAA AAAAAAAA AAA HHHHHHH HHHHHHHHH!
¡Eh! ¿Qué pasa? Esta no es Rosa... ¡Coño, si es Finita!
-¡UN VIOLON! -exclama la susodicha al tiempo que me agarra con fuerza, inusitada en una mujer mayor, de mis bienes más preciados.
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